martes, 15 de julio de 2014

Francisco

Cuando se murió mi amigo, no le pedí permiso a nadie para llorar.
Me derramé en lágrimas saladas y pesadas.
Me quedé sentada esperando que alguien contestara el teléfono y dijera que no era verdad.
Le reclamé a Rodrigo, lo llamé mentiroso, lo odié.
Mi mamá me pidió que guardara la calma, que me quedara quieta, donde fuera que estuviera.
Se murió mi amigo, al finalizar el año.
No supe decirle a nadie por qué era que lo quería pero lo quería mucho.
Se murió Fran y no me hace falta, porque existe siempre y para siempre.
A veces, pienso que se murió mi amigo y todavía quiero llorar.

miércoles, 9 de julio de 2014

La muerte del hijueputa.

Hace 14 años conocí a una persona que me tocó la vida.
No estoy segura si para bien o para mal, pero definitivamente, esa persona dejó una huella y soy resultado de esa y de las otras muchas personas que han pasado por mi vida.
En particular me quiero referir a esta persona, C.
C apareció en un momento donde todo era confuso y yo estaba creciendo, definiendome como persona,
a penas conociendome.
C era mayor que yo pero supongo que también C estaba en proceso de conocerse y de descubrirse.
Me gustaría hacer una presentación completa de C, pintarlo con sus pros y sus contras, humanizarle, sin embargo, no puedo. C salió de mi vida bruscamente, no quise saber más de esa persona, no quise tener más contacto con esa persona y aunque de vez en cuando me daba curiosidad saber de su existencia, la curiosidad no fue más fuerte que yo y la única vez en que C se puso en contacto conmigo, le respondí que aunque no le deseaba lo peor, no me interesaba saber absolutamente nada de su vida.
Y así pasaron los años.
C hizo su vida, no sé si fue buena, ni si logró hacer algo productivo de ella. No sé si fue feliz o si tuvo muchas oportunidades para arrepentirse de lo que hizo o de lo que no, sólo sé que fue corta.
Hace menos de una semana, por cosas de la vida, me encontré al papá de C y sin saber nada de lo que C significaba para mí, me contó que C murió hace poco más de un año. No me dijo de qué.
Tuve un momento de shock y luego caí en cuenta de que la noticia me hizo pensar en que talvez, lo mejor para este mundo es que C esté muerto.
Luego del encuentro con el papá de C, no dejé de pensar: Se murió el muy Hijueputa. 
Talvez lamento no haberle conocido más, nunca haber hablado con C ya de adulta, nunca pedirle explicaciones o darle las mías, nunca heberle enfrentado pero ya está. Siempre estuve segura de que la vida se encargaría de darle su merecido. A la vida le tomó algo así como 13 años, pero por fin, camino tranquila por la vida sabiendo que se murió C hijueputa y que jamás nos vamos a topar.