jueves, 19 de febrero de 2015

Andrés.

Dijo Andrés a sus cuatro años: "Sentí que tenía una sapo en la garganta".

A veces, pienso en Andrés y me imagino a mi misma, de pie en la puerta del cuarto en la casa de mi abuela en Ocotal, descalza y muerta de miedo ante un pasillo oscuro a media noche.

A mis 27 años, por fin puedo dormir sola y con las luces apagadas pero de vez en cuando, a mitad de la noche, a mitad de un sueño, o a mitad de una idea en un cuarto lleno de gente, a las tres de la tarde, pensando en el futuro o en el pasado reciente, me siento como Andrés, con su sapo en la garganta.