martes, 26 de mayo de 2015

De dolores, quebraduras y despedidas.

¿Te has despertado con esa sensación de tener un hueco en el estómago y saber que no es hambre?
¿Te preguntaste qué es?

Yo si. En mi caso, es miedo.

Así es amiguitos, tengo miedo. Y un montón.

Últimamente, tengo miedo a perder. A perder-me también.

Se me hace díficil explicar como me siento. Tengo tres semanas inmovilizada por un pie quebrado, es incríblemente incómodo y te hace reflexionar. Tengo tres semanas de estar pensando, de estar sola en mi casa, viendo televisión, leyendo, facebookeando y tratando duramente de pensar en cosas agradables y tranquilizadoras porque el silencio puede ser abrumante.

Mi silencio me grita que se murió mi tío y se murío mi amigo. Todos los días.
Mi silencio me grita que enamorarme es una locura porque las despedidas son la realidad.
Mi silencio me grita que tengo miedo y que estoy sola con este miedo, que lo puedo compartir pero no lo puedo expresar.

Tengo miedo a que la gente que quiero se siga muriendo, a enfermarme, a que la gente que quiero se enferme, a olvidarme de la gente, a que me olviden, a que me importen o a que no me importen y los lastime, a que yo no les importe.

A veces siento que le tengo miedo a la vida y a sus retos, a no ser fiel a mi misma, a venderme. También me asusta y me da miedo equivocarme, cada día.

Y miren que yo tengo una oportunidad única, porque tengo el tiempo para pensar en estas cosas y evaluar lo que siento y reflexionar sobre eso, a enfrentarme a estos miedos y a superarlos, es un honor,

Pero miren más, que a veces, me da miedo dormirme y no despertar. O a dormirme y soñar y despertar llorando. Y tengo miedo a mi miedo y eso es lo peor.

Mi miedo me duele y este dolor, duele más que el pie quebrado.

¿Y saben qué? Quisiera salir corriendo y gritar y llorar y derrumbarme ante esta sensación increíblemente aterradora y volverme loca. Porque creo y siento que esto es una locura, que no puedo más, que si tengo que ir a otro entierro, me voy a desquiciar, que si tengo que ir a otro hospital, voy a perder el jucio, porque la atención es mala, el servicio es una mierda y las noticias son malas.
Y eso es lo que quiero, estar loca, porque así me siento, loca de pena. Loca de miedo.
Pero, ¿quién quiere estar cerca de una loca, quién puede lidiar con esto? Yo no puedo y vivo en mi piel. Y ¿quién puede?

Yo puedo, creo. Ahí voy. Pero a veces siento que ya no quiero.