lunes, 20 de octubre de 2014

Las curvas de la Fulana

Había pasado la mañana como todas las mañanas desde hace un poco más de tres meses, comiendo cereal, fumando mucho y viendo tele.  Para distraerme de mi rutina, encendí la computadora y como cosa rara a mi edad, estuve revisando la vida de los demás en Facebook por unas cuantas horas.
Todo estaba bien, nadie era demasiado infeliz como para tenerle pesar, ni demasiado dichoso como para quererlo asfixiar con una almohada, en fin todo en orden. De pronto, casi que de la nada apareció el rotulito ese:
Fulana de Tal cambió su foto de perfil.
Se apoderó de mi un sentimiento extraño, una fascinación nueva, el cuerpo de esa mujer me volvió loca.
Fulana tiene la cintura y caderas más lindas que he visto en la vida real, digo, aparte de las mujeres modificadas para televisión o revistas. Su cuerpo es una guitarra perfecta, un reloj de arena magnifico. Entre sus piernas, sus caderas y su cintura existe una curvatura imposible, una belleza casi dibujada.
Por aquello de la homofobia aparté mi vista de la pantalla y traté de pensar en otra cosa pero luego, sin siquiera reflexionar sobre ello, me encontré parada frente al espejo viendo mi torso desnudo y deseando tener esas curvas.
Mi vida no ha sido la misma desde esa mañana, las curvas de Fulana me cambiaron para siempre y ya no hay vuelta atrás. La curva perfecta de la cintura de una mujer existe, está ahí, en esa foto, en esa persona, en la Fulana que arruinó mi fantasía de que sólo el photoshop era capaz de producir esas cosas.
Pasé toda la tarde haciendo abdominales y contando calorías, me inscribí en el gimnasio y a partir de mañana empiezo natación. Creo que me enamoré de las curvas de la Fulana y las quiero para mí.

 Haré todo lo posible para ser su dueña, para convertirme en Mengana la de las curvas peligrosas y el quiebre matador, o tal vez… mejor la borro del Facebook. 

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