Quiero volar a tus
brazos y sentirme cerca de tu aliento y caerme en tu cadera, caminar con
tu voz de guía, llorar al verte despertar, comer de tus manos, dormir
de tus sueños. Quiero rendirme ante la intensidad de tu luz y seguirte
hasta el final de mis días. Quiero estrellarme en tu pared, leerte en
todos lados, cocinarte cada día.
Yo no sabría que decirte de verte en todas las piedras o de olerte en todos los mangos, no tendría palabras en los ojos al escucharte en mis labios y encontrarte en mi puerta cada vez que la abro para salir a dentro de mi vida, que ya no es mía, sino que sería tuya, o nuestra, pero ajena y propia a la vez. Y llegaría el momento en que tendría que descobijarte todas las tardes para espantar al calor, pero no sabría como vestirte, más que con una camisa de cuerpo sobre mis huesos y me daría cuenta de que desnudo te quiero mpas que vestido y que vestido me gustas más que sin ropa.
No escucho lo que pienso, pues tu voz me resuena entre las venas y el ruido me desquicia el corazón y me apasiona la cabeza. Te encuentro hasta en ninguna parte cuando te ando buscando por todos lados y me vuelvo zurda cuando te escribo en mis cuentos volteados. Te siento extrañamente lejano, aquí tan dentro de mí que si cierro un ojo te respiro y si cierro el otro, dejo de ver para poder tocarte con la punta de los pelos que se tuercen del dolor cuando no te distingo en mis linas y me doy cuenta de que no se tu nombre.
Te quiero poner un nombre y una dirección para mandarte las cartas que les he escrito a otros mientras pensaba en vos. Si mis lentes son mis ojos y me los quito, se que me negarías la mirada y entendería que se ve mejor con los ojos quitados o cerrados cuando te dibujo. Me reconozco distinta, escribiendo absurdos para ordenarte en la mente, a ver si algún día te encuentro. Y con razón, ganas y fuerzas digo que si supiera tu nombre te llamaría mil veces, desde lejos para gastarme toda mi voz en vos. Quisiera saber tu nombre para gastar todas mis palabras en tus letras y que no me sobre vida para decir otra cosa. Quiero ser muda de otros, para siempre, jamás.
Yo no sabría que decirte de verte en todas las piedras o de olerte en todos los mangos, no tendría palabras en los ojos al escucharte en mis labios y encontrarte en mi puerta cada vez que la abro para salir a dentro de mi vida, que ya no es mía, sino que sería tuya, o nuestra, pero ajena y propia a la vez. Y llegaría el momento en que tendría que descobijarte todas las tardes para espantar al calor, pero no sabría como vestirte, más que con una camisa de cuerpo sobre mis huesos y me daría cuenta de que desnudo te quiero mpas que vestido y que vestido me gustas más que sin ropa.
No escucho lo que pienso, pues tu voz me resuena entre las venas y el ruido me desquicia el corazón y me apasiona la cabeza. Te encuentro hasta en ninguna parte cuando te ando buscando por todos lados y me vuelvo zurda cuando te escribo en mis cuentos volteados. Te siento extrañamente lejano, aquí tan dentro de mí que si cierro un ojo te respiro y si cierro el otro, dejo de ver para poder tocarte con la punta de los pelos que se tuercen del dolor cuando no te distingo en mis linas y me doy cuenta de que no se tu nombre.
Te quiero poner un nombre y una dirección para mandarte las cartas que les he escrito a otros mientras pensaba en vos. Si mis lentes son mis ojos y me los quito, se que me negarías la mirada y entendería que se ve mejor con los ojos quitados o cerrados cuando te dibujo. Me reconozco distinta, escribiendo absurdos para ordenarte en la mente, a ver si algún día te encuentro. Y con razón, ganas y fuerzas digo que si supiera tu nombre te llamaría mil veces, desde lejos para gastarme toda mi voz en vos. Quisiera saber tu nombre para gastar todas mis palabras en tus letras y que no me sobre vida para decir otra cosa. Quiero ser muda de otros, para siempre, jamás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario